En las salas de control modernas, los operadores enfrentan una complejidad creciente: volúmenes masivos de datos, fuentes heterogéneas, múltiples alertas y situaciones críticas. Tomar la decisión adecuada en el momento preciso, en un contexto tan tenso, representa un desafío importante.
La inteligencia artificial, entre sus múltiples aplicaciones, puede convertirse en un auténtico motor de asistencia para la toma de decisiones. Funciona como un copiloto capaz de analizar, correlacionar, priorizar e incluso recomendar acciones.
Esta asistencia mediante inteligencia artificial se está integrando progresivamente en los entornos de supervisión, aportando rapidez, claridad y profundidad de análisis.
Los centros de supervisión son los puntos neurálgicos de infraestructuras industriales, urbanas, energéticas o de centros de operaciones de red. En ellos se observa, se alerta y se toman decisiones, a veces en cuestión de minutos. Sin embargo, en los últimos años, los flujos de información que deben gestionarse han aumentado de manera exponencial. Se ha pasado de decenas o cientos de datos a miles o incluso millones, debido en parte a la multiplicación de dispositivos de captación: sensores físicos, tecnologías IoT, sistemas de videovigilancia inteligente o registros automatizados.
Ante esta situación, surge un problema clave: la capacidad humana para analizar datos en tiempo real es limitada. Cruzar una anomalía en un autómata con una alerta SCADA, una bajada de tensión eléctrica y una imagen térmica se convierte en un ejercicio extremadamente complejo, especialmente bajo presión. Por ello, un sistema de ayuda a la decisión que sea fiable, rápido y comprensible se vuelve indispensable.
Y esta necesidad no se limita a las situaciones de emergencia. En la gestión cotidiana de infraestructuras, los operadores toman decisiones de alto impacto constantemente, como la planificación de mantenimientos u optimización energética. En estos casos, contar con un sistema que sugiera opciones relevantes o que priorice las alertas de manera inteligente supone una ganancia en tiempo, precisión y serenidad.
La integración de la inteligencia artificial en una sala de control no busca reemplazar al operador ni a su juicio profesional, sino proporcionarle herramientas para actuar con mayor conocimiento. Se comporta como un asistente digital capaz de correlacionar señales débiles y proponer interpretaciones contextualizadas de los eventos.
Algunos ejemplos:
Estos casos de uso se apoyan en algoritmos de aprendizaje automático que se entrenan con grandes volúmenes de datos históricos para identificar patrones, anticipar desviaciones o clasificar eventos según su nivel de criticidad. Así se pasa de una postura puramente reactiva o preventiva, a una supervisión proactiva e incluso predictiva.
Dentro del aprendizaje automático, algunos algoritmos destacan por su simplicidad y facilidad de interpretación. Es el caso del árbol de decisión, frecuentemente utilizado en proyectos de IA sencillos o en sistemas donde la transparencia del razonamiento es esencial.
Un árbol de decisión segmenta un problema en una serie de reglas condicionales “si… entonces…”, hasta llegar a una conclusión. Por ejemplo: “Si la temperatura es superior a 80 grados Celsius y si la presión supera los cinco bares, entonces la alerta es crítica”.
En un contexto de supervisión, un árbol de decisión puede utilizarse para:
Aunque no es el algoritmo más robusto ni el más potente, resulta muy útil por su capacidad de explicar una decisión de forma sencilla, algo esencial en entornos donde cada acción debe estar justificada. Además, su bajo coste computacional lo hace ideal para sistemas embebidos o arquitecturas locales.
Existen otras técnicas basadas en árboles, como Random Forest o XGBoost, que ofrecen mejores rendimientos preservando una buena interpretabilidad. En cualquier caso, el árbol de decisión representa una excelente puerta de entrada para construir un sistema de ayuda a la decisión.
Implementar un sistema de ayuda a la decisión basado en inteligencia artificial en una sala de control no se reduce al entrenamiento de un modelo. Requiere un enfoque en varios niveles:
La ayuda a la decisión basada en inteligencia artificial se está consolidando como una pieza clave en las salas de control modernas. Permite iluminar la acción humana, anticipar situaciones críticas y transformar la complejidad en claridad operativa.
Modelos simples como los árboles de decisión, provenientes del aprendizaje automático, tienen su lugar en estos entornos gracias a su claridad y capacidad para estructurar reglas. Aunque no sean los más potentes por sí solos, resultan valiosos como punto de partida, como herramientas pedagógicas o como componentes en sistemas más complejos.
El reto actual consiste en integrar plenamente la inteligencia artificial en las prácticas de supervisión, con rigor y transparencia, para así tomar decisiones estratégicas que otorguen una verdadera ventaja operativa al servicio del rendimiento, la seguridad y la eficiencia.
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